En la antigua Parroquia de la Asunción de Yecla, conocida popularmente como Iglesia Vieja, una elevada torre-campanario se alza en el lateral de la fachada Norte del edificio, junto a la cabecera del templo. Desprovista de campanas, la torre muestra las huellas del paso del tiempo y, sobre todo, las heridas que ha dejado el acontecer histórico de la ciudad en sus muros y ventanas.
Todo visitante que viene a Yecla siente admiración por esta torre-campanario, que es uno de los elementos más destacados del patrimonio histórico-artístico de la ciudad, por su monumentalidad y por ser uno de los ejemplos más singulares de la arquitectura renacentista que se conservan en la localidad.
La torre fue construida a mediados del siglo XVI, está dividida en cuatro pisos y se alza hasta los 35 metros de altura. Una cúpula piramidal de ocho lados corona la construcción, por debajo de ella, una cornisa con balaustrada de piedra llama poderosamente la atención del espectador y de manera especial, el mayor atractivo son los frisos de esta parte de la torre. ¿Por qué? Por la decoración. Un total de veintiocho cabezas esculpidas en piedra representan los estamentos sociales de la época: la nobleza militar, el clero y el pueblo llano, así como la expresión de la muerte en forma de rostros atormentados y calaveras.
Además, también hay otros cuatro rostros labrados en altorrelieve y situados en las esquinas, que representan las edades de la vida, la juventud, la madurez y la vejez, y la cabeza de un león.
Los estudiosos consideran que estos rostros, estas caras, simbolizan el paso del tiempo, que es pasado, presente y futuro, y siempre debería ser guiado por la virtud de la prudencia, cuyo símbolo es la cabeza del león. El mensaje de esta interpretación es el siguiente: «Con la experiencia del pasado, el presente actúa prudentemente para no echar a perder la acción futura». Las calaveras inciden en la idea de que nadie escapa a la muerte y así, la muerte iguala a todos, sea cual sea su condición social.
Otra explicación, interesante y original sobre las caras de la Iglesia Vieja de Yecla, se fundamenta en la orientación de cada friso donde están talladas. De tal manera que el lugar que ocupan las series de rostros en la torre-campanario de la Iglesia Vieja de Yecla no es casual ni azarosa, sino que responde a una intención muy clara del artista que las realizó, quien trató de explicar con su trabajo la existencia del poder social, religioso y gobernativo de época y su influencia en cada ámbito de la vida.
Así, encontramos en la cara Norte, que da hacia el Ayuntamiento, el poder que representa la nobleza; el clero, en la cara Oeste, en el friso que mira hacia el antiguo emplazamiento de la alquería islámica; el pueblo llano, representado en el friso orientado hacia el Este, zona donde estaría ubicada la judería, y al Sur, las caras que representan la muerte, mirando hacia el lugar destinado a los enterramientos de la entonces villa de Yecla.
Por todo ello, se puede comprender la fascinación que los rostros de la Iglesia Vieja de Yecla despiertan en los turistas y visitantes. La admiración por estos rostros de piedra va más allá de su valor artístico, tienen un significado social e intelectual, son una curiosa expresión del pensamiento y la forma de vida del siglo XVI.