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La primera piedra del edificio se coloca el 22 de octubre del 1775, iniciándose la obra según el proyecto de José López. En 1777 la dirección técnica se encarga a Mateo Volarín y José Alcami. En 1793 se paralizan las obras. En el año 1859 se reinicia de nuevo su construcción según proyecto del arquitecto Jerónimo Ros, finalizando las obras el 30 de noviembre de 1868. La iglesia es de planta basilical de tres naves y amplio crucero. La traza de su planta es de cruz latina. La ornamentación de las bóvedas de la nave central, del crucero y del transepto muestran frescos de temática mariana, realizados a mediados del siglo XX por el pintor lorquino Manuel Muñoz Barberán.
El estilo neobarroco de estas pinturas aportan a la austera ornamentación neoclásica del edificio un toque mayestático. En el exterior destaca como elemento característico la cúpula que se levanta sobre un elevado tambor circular abierto en ocho huecos rectangulares, que quedan enmarcados por una sucesión de pilastras dobles de estilo jónico. La cubierta peraltada está elaborada con revestimiento de tejas vidriadas que se disponen en bandas helicoidales azules y blancas.

En el exterior destaca como elemento característico la cúpula con revestimiento de tejas vidriadas dispuestas en bandas azules y blancas.